Esta serie pictórica habla sobre esa realidad que vivimos, construida
por actitudes y acciones de poca lógica, mecanizando todo lo que hacemos, dando
pasos siempre al mismo ritmo y ejerciendo una vida cotidianizada, casi
programada como robots, sin ir más allá de los cánones impuestos por la
sociedad y nuestro entorno, consumiendo al mismo tiempo todo aquello que se ha
establecido de forma artificial en nuestra vida, tomándolo como algo natural y
propio, pero que no lo es –ejemplo, la comida chatarra-.
En general se trata de una obra con una temática de crítica
social, pero más que criticar a las personas, critica también su entorno, como
éste se ha apoderado de la mente y cuerpo de la mayoría de los seres humanos y
cómo estos han dado su brazo a torcer para dejar que se apoderen de sus
actividades diarias, manipulando sus pensamientos y conductas para hacerlas,
hasta cierto punto más fáciles, ya que se las presentan digeridas y procesadas,
listas solo para comer, y por consiguiente, no pensar.
La ideología de la mediocridad –técnica-
El artista busca encontrar el perfeccionismo de su técnica,
tener una profesionalización con respecto a lo que hace, esto con el fin de
llegar a lo supremo, a lo perfecto y depurado, y alejarse de la mediocridad.
La realidad es otra, terminamos siendo seres humanos
imperfectos, esto es que todo lo que hacemos esta mal, de alguna u otra manera,
por nuestra propia naturaleza errática, contrario a lo según ya determinado por
los ideales sociales impuestos, pero esto estaría mas bien determinado por los
puntos de vista personales, ya que para unos estaría bien, y para otros estaría
mal.
Habría que cuestionarnos si en el arte si es importante
tener buenos materiales y una buena técnica ¿para qué? Acaso esto determina que
la obra sea bueno o no, que lo importante de una obra es la idea representada
sin importar que este montada tal vez en un cartón sacado de la basura.
